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domingo, 30 de diciembre de 2012

Tú marcaste un antes y un después en mi vida

Sé que es un poco tarde para decir todo esto, y puede que esta no sea la mejor manera de hacerlo, pero no encuentro otra, y tarde o temprano tenía que decírtelo. Lo siento. Siento haber actuado así tantas veces, siento haber sido tan estúpida, siento no haber dicho lo que sentía, siento no haber estado cuando estabas tú, siento haber mandado a la mierda lo que me hacía feliz. Ahora ya es demasiado tarde, pero nunca lo es para pedir perdón. Por eso estoy aquí, escribiendo todo esto. Porque en realidad, lo que más siento es que a pesar de todo, nunca supe estar a la altura.

No imaginaba que el sonido de una voz se pudiera echar tanto de menos

Déjame explicarte en esta carta todo aquello que en persona yo no tuve el valor. Y contarte lo que siento y no siento cuando pienso en nuestra "relación". Que entiendo que no quieras ni hablarme por tantas tonterías, un error tras otro error. Te pido solo que esta letra tú la leas desde el corazón. Le pido a la vida que te haga muy feliz, que yo no supe como hacerlo, eso es así. Y toma mil millones de disculpas por tanto haberte hecho sufrir. Te echo tanto de menos que cuando yo veo una foto tuya...te echo tanto de menos que esta vida se me ha vuelto una locura. Te echo tanto de menos que todo me recuerda a ti, solo a ti. 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Yo sigo recordándote, espero que lo sepas

Disfruta de las pequeñas cosas, porque tal vez, algún día vuelvas la vista atrás y te des cuenta de que eran las cosas grandes.

Una vez leí que con 50 años habremos conocido a lo largo de nuestra vida a unas 20.000 personas. Haciendo una regla de tres, obtuve que alguien de 16 años habría conocido aproximadamente a 6.800 personas. Pongamos que la mitad de esas personas, es decir 3.400, son hombres y la otra mitad, mujeres. Y supongamos que de esos 3.400, solo 1/3 están dentro del margen de edad en el que se incluyen todas las personas con las que podríamos tener una relación. Es decir, descartamos 2/3 en los que se encontrarían aquellas personas de las que nunca podríamos enamorarnos: familiares, niños, ancianos... Nos queda alrededor de mil personas. De todas esas, nos enamoraremos de una sola. Estamos hablando de una milésima parte, de 0'001. Y, a su vez, esa persona de enamorará de una sola entre 1.000. De esta manera, la probabilidad de que la persona de la que uno se enamora sea precisamente la persona que se enamora de uno, es, según las matemáticas, (1/1.000) · (1/1.000), lo que es igual a una posibilidad entre un millón. Así que, si se diera esa improbable situación de poder estar con la persona que quieres, si el destino ignorase a 999.999 opciones y convirtiera esa única posibilidad que había entre un millón en un hecho, en una realidad, ¿qué sentido tendría no aprovecharla? ¿Qué más da lo que venga luego? ¿Qué importa lo complicadas que sean las circunstancias? Si lo más difícil, lo que tenía una posibilidad entre un millón, ya ha ocurrido.