Páginas

sábado, 30 de diciembre de 2017

Baluarte-Elvira Sastre

Puedo escribir que me amas,
que hoy es París en tu azotea,
que elegiste sin dudar mi desorden
frente a su sonrisa
y te quieres por ello,
que hubo una tarde en la que hicimos el amor
durante tantos siglos
que atravesamos desnudos las barreras del sonido
y los delfines supieron de qué hablábamos.

Puedo escribir que no te has ido,
que no hay noche en la que tu lengua no meza mi cama,
que no puedes tocarte sin mis manos,
que nos declaramos culpables de cualquier
triunfo involuntario.

Puedo escribir que tus lágrimas
saben a las teclas de un piano dentro de una nube,
que en tu cuello anidan las madres de las golondrinas
y que he visto brotar pétalos de fuego
en las yemas de tus dedos.

Puedo escribir que crecen desiertos de arena
en mi garganta
cuando no te escucho,
que la piel me sabe a hiel
y todas las lenguas son ásperas piedras
si no es tu ansia la que me espera,
que te echo de menos
como un cuerpo desmembrado,
como un cadáver sin sustento,
que te echo
tanto
de
menos
que he abierto todas las ventas
para llegar antes al techo.

Puedo escribir que vienes a verme,
que vuelves
a mis huecos,
tus palabras diciéndome
que no hay jardín sin mi lluvia y mi cariño,
que no has dejado de latirme en la demora.

Puedo escribir que estás aquí esta noche,
envuelto como un gato entre mis piernas
y esa manta que acaricias con ternura,
que te quitas la ropa despacio
como si no hubiera mirada
mientras la lascivia recorre mis comisuras,
que me esperas en calma en la cama
tras el punto y final.

Puedo ir más allá
y escribir cosas
como que tú estás aquí
y yo no estoy creando este poema,
y solo así
hacerlo verdad.


La vida es para quien se conforma.
La poesía, para quien sueña y desea
...y no tiene miedo de contarlo.

viernes, 30 de junio de 2017

Como si realmente fuésemos a salvarnos

No tenía tacto para aquello.
«Quédate», le dije, pero me temo que el tono de mis palabras era frío, más apropiado para una despedida que para un grito de auxilio. Me aclaré la voz. «Quédate, por favor». Y aquella vez sonó distinto y le brillaron los ojos durante un segundo. Cerré fuertemente las manos y quería saber qué pasaría a continuación, pero me dio miedo preguntárselo. Me quedé quieta, mirándolo. Pasaron minutos y años en aquel momento. Y se nos acabó el orgullo, porque ya era demasiado tarde, y cuando es demasiado tarde ya no puedes perder nada, pero puedes ganarlo todo. Y eso es lo bonito.
Lo miré. «¿Qué haces?», pensaba. Qué haces provocando huracanes aquí. Qué haces desgarrándome la indiferencia y la distancia de emergencia. Qué haces quitándote el pantalón. Y cuando iba a reprochar su juego sucio, su dedo índice me detuvo, apoyándose en mis labios, callándome, haciéndome desistir por completo.
Había perdido y él lo sabía, por eso sonreía cuando le dije «Vete», porque todo sonaba a mentira. En aquel momento, demasiado tarde para cualquier cosa, solo quería que se quedase a mi lado, para siempre, o al menos con esa misma pasión, como si realmente fuésemos a salvarnos.
Y nada más, aquella noche comprobé que hacer el amor cansa muchísimo más que follar.

domingo, 18 de junio de 2017

Le sobra el valor que le falta a mis noches

"Uno es de donde llora, pero siempre querrá ir a donde ríe"
Elvira Sastre

¿De dónde sois y a dónde queréis ir? Sería maravilloso ser del lugar en el que deseamos estar, pero no todas las personas nos hacen llorar y reír a partes iguales. Porque sí, porque a veces los lugares son personas con las que estamos y personas con las que nos gustaría estar. Los lugares son personas con las que reímos y personas con las que lloramos. Y no os confundáis, ningún tipo de persona es mejor, simplemente hay que saber en qué lugar (con qué persona) debemos estar en cada momento.
¿Dónde estáis ahora?

Perdonadme, me he acostumbrado a que me entendáis con pocas palabras porque soy un caos que difícilmente se puede explicar. 

lunes, 8 de mayo de 2017

El amor es bonito aunque esté del revés

¿A cuántos enamorados conocéis que no esperaban estar con su pareja actual? Que habían planeado su vida con otra persona que tiene pareja, o que simplemente ya no está. Ojalá pudiésemos elegir de quién enamorarnos, para hacerlo de aquella persona que supiese querernos.
Pero no es así, nunca terminamos donde pensábamos que estaríamos. Y aquí estoy yo, escribiendo sin saber realmente qué contaros que no hayáis vivido vosotros.
Creo sinceramente que la vida tiene planes para nosotros que desconocemos, pero está en nuestra mano llevarlos a cabo o no.
Por ejemplo: "cuando conoces a la persona ideal en el momento equivocado", tú puedes decidir que sea un buen momento, independientemente de las dificultades que se puedan presentar. Si no, si sigues pensando que esa persona no es para ti, que tú ya estás ocupado con otros asuntos... bueno, podrás perderte grandes cosas.
Tú decides.
Recuerda que si al final no acabamos donde queríamos estar es por miedo a arriesgarnos.

Que no te pesen las ausencias


domingo, 29 de enero de 2017

Desesperación

No hay otra forma de empezar esto si no es con una frase de Michael Murdock: "Cada relación alimenta una fortaleza o una debilidad dentro de ti".

Todos tenemos un lado malo, una parte de nosotros que no queremos que nadie vea, eso que nos avergüenza y que cuando sale a la superficie nos arrepentimos de haber llegado hasta ese punto. Y no me refiero a algún defecto tonto, que de esos tenemos todos. Es mucho más. Espero que sepáis de lo que escribo, porque no encuentro palabras para expresarlo. La más cercana es desesperación o locura. Te sientes en un estado total de desesperación, fuera de ti, y no dejas de repetirte "¿Por qué he tenido que llegar a esto?, ¿por qué he tenido que ponerme así?"
Lo cierto es que hay muchas frases para describirlo, la siguiente es de mis favoritas: "Nadie es realmente tu amigo o te quiere de verdad hasta que no ha visto cada sombra oscura que ahí en ti. Y aun así, se queda".

Bien, pues os diré algo: la clave es encontrar a alguien que no saque lo peor de nosotros, que no alimente esas sombras oscuras, sino que nos fortalezca.