Estoy molesta. Solo te pedí una cosa, una sola cosa: cuídate. Y ni siquiera eso pudiste hacer bien.
Fracasé, fracasamos como relación, nos hacíamos daño. Por cada día bueno, venían dos semanas malas.
Pero no, tuviste que ir y emborracharte. Y ahora yo quiero, o necesito, una botella. No dejo de extrañarte, no puedo quitarme tu nombre de la cabeza. Es imposible pensar que ya no estarás, que no volveremos a pasar por estas calles, que tendré que olvidar el camino que me sé de memoria.
Nos hacíamos muchísimo daño, pero aun tomando la decisión correcta, duele. Duele porque desearía estar discutiendo una vez más contigo, antes que sentir tu ausencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario