Páginas

lunes, 18 de agosto de 2014

Tanto tiempo

Desde entonces me paso las noches en la ventana, como aquel que mira un cuadro sin sentido, triste desde que no aparece señalándome las estrellas. Aquí ya solo queda un verano de grises, y un invierno. Y todas las estaciones grises.
El amor es ciego, y lo importante es que en esa ceguera ves las cosas más maravillosas que existen.
Alguna vez me habla. Cómo estoy y esas cosas. "Pues la verdad es que sigo echa polvo -pienso-, y eso no podré explicártelo nunca"

La perfección

Llevo mucho sin escribir, y como no encuentro palabras, he venido a dejaros algo que escribió una gran amiga hace dos años, Eloísa Frutos, algo que a día de hoy me sigue emocionando. Y ojalá todo fuera tan fácil como al escribirse.


Las estrellas de papel que tanto nos había costado colgar se mueven con la fuerza del aire. Parece que quieren escapar del hilo que las tiene apresadas. Así me siento yo. No puedo apartar la mirada de ellas. De nuestras estrellas.
Recuerdo el día que las hicimos. Era una noche de verano, las estrellas se veían bastante claras, más que cualquier otro día que yo recordara. Estábamos apoyados en la misma barandilla de siempre, esa que conocía todos nuestros secretos. Sin pensarlo siquiera se me escapó algo como: “Me encantaría que este momento durara para siempre. Así, con todas esas estrellas mirándonos”. Sí, sé que suena ridículo. Nunca había sido de esas que decían las típicas cosas que salen en las películas de amor.
El caso es que él me miró y sonrió. Esa sonrisa que te sale cuando escuchas una idea disparatada de un niño chico. Esa sonrisa que le quedaba tan bien. Me prometió que haría cientos de estrellas para que solo me mirasen a mí. 
Y así lo hizo. Al día siguiente estuvimos horas colgando estrellas de las cuerdas de tender de nuestra azotea. Desde entonces, las cuerdas cada vez soportan más recuerdos. 
Pero todo eso lo habíamos ido dejando atrás, sin quererlo. De nuestros farolillos sin luz ya no quedaba ni la mitad, y los que quedaban habían perdido su brillo.
La verdad es que nunca he presenciado un atraco pero supongo que me sentiría como me siento ahora mismo. No sé cuál va a ser mi siguiente movimiento, ni cuál será su reacción.
Ninguno de los dos dice nada. El silencio, el cual nunca antes había sido un impedimento, se vuelve en nuestra contra, haciéndose cada vez más abrumador.
- ¿Sabes?, intentas enroscarme tus ideas como si fueran tornillos.
- ¿Por qué dices eso? ¿No crees que sería lo mejor para nosotros? - Siento como si mi cabeza fuera a explotar de tanto pensar.
- Podrías ser un poco más condescendiente e intentar entenderme.- Se le nota enfadado.
- Y te entiendo. De verdad que te entiendo.
- No, no lo haces. Lo que un día me gustaba ahora ya no lo soporto: ese lunar que tienes en la mejilla, tus carcajadas, tus enfados sin motivo, el no querer ser egoísta y pensar un poco en ti…
Me duelen sus palabras. No creo que se pueda dejar de querer a alguien de un día para otro. No entiendo cómo algo que un día fue el motivo de tu felicidad puede convertirse en algo que desprecies.
- Mira, sé que no estamos en nuestro mejor momento pero de verdad quiero volver a intentarlo.
Por un momento me asusto. Esa forma de mirar…, sé que no va a cambiar de opinión.
De repente se aparta de mí y camina hacia nuestras estrellas. Con cuidado empieza a descolgarlas. Suelto un grito, corro hacia él y tiro de su mano.
- Pero, ¿qué haces?
- ¿No quieres volver a intentarlo? Podríamos hacer estrellas nuevas. Estas empiezan a resultarme oscuras y me recuerdan a cosas que no quiero.
Realmente estoy asombrada. 
- Perdóname, todo esto ha sido una tontería. No es que hayan dejado de gustarme todas esas cosas sino que me enfado conmigo mismo porque no me puedan gustar más todavía, por no poderte querer más.
- No pasa nada. Sabes que si estás conmigo ya es suficiente para mí.
Los dos empezamos a reírnos. Todo esto ha sido una tontería. Nos abrazamos y empezamos a recoger las estrellas. Mañana haremos más, de muchos colores y que brillen más.
En estos momentos es cuando empiezo a creer en lo imposible.