Páginas

jueves, 20 de agosto de 2015

Y qué suerte


De repente vuelves, y parece no haber pasado nada, como si no te hubieses ido, como si después de la puta, horrible e inevitable distancia, aún quisieras tenerme contigo.

martes, 18 de agosto de 2015

Un suspiro al pasado

Hubo un chico hace mucho tiempo con el que las cosas no funcionaron, y si tengo que ser honesta, tenía toda la confianza en que él sería "esa persona" con la que compartiría el resto de mi vida. Pero de pronto las cosas cambiaron, nuestros deseos y sueños dejaron de alinearse, y por extraño que parezca, ambos estuvimos de acuerdo en terminar esa relación.
Aunque siempre supe que nuestra decisión fue la correcta, esto no evitó durante mucho tiempo que creyera que algún día volveríamos a encontrarnos. Que algún día lograríamos que todo funcionara, que viviríamos felices, que seríamos todo eso que habíamos querido ser. Entonces comprendí que nunca se deja de amar a una persona así, que siempre queda un poco de ellos en nosotros. En el fondo, él siempre tendrá un hueco en mí.
Pero, ¿significa todo esto que aún lo quiero? Sí y no. Sí porque me enseñó mucho y me ayudó a convertirme en lo que soy hoy. No porque, por irónico que parezca, me convertí en esta persona que ya no puede estar con él.

Todo esto te lo digo a ti, por ser la única persona capaz de hablar conmigo en silencio y enseñarme a dar los mejores abrazos.

Que sepas que soy una parte de lo que dejaste en mí.
Y por eso, te doy las gracias.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Para quien no supo amarme

Supongo que cuando nos enfrentamos a una ruptura amorosa, lo primero que hacemos es buscar culpables. En este caso, y para no dejar de lado esta importante tradición, me gustaría culpar a mi propia inocencia por no darme cuenta de quién eras en realidad.
No fui capaz de comprender los signos de advertencia que se daban a mi alrededor. Comencé a ahogarme en la profundidad de tu mirada y tus silencios me ponían cada vez más ansiosa. Supongo que fue esto lo que me hirió más: tu falta de palabras.
Me hirió que a pesar de que podía sentir la verdad en mi cuerpo, y hasta en el frío que sentía en los huesos, nunca fuiste capaz de decírmelo. Con nosotros no hubo despedidas ni palabras desgarradoras, tú simplemente te desvaneciste, como si repentinamente hubieses tenido la habilidad de hacerte uno con el aire que respiraba.
Nunca admitiste cuál era la verdadera razón por la que me dejabas, y por eso muchas noches sigo preguntándome si la culpa fue mía. Ahora, mientras escribo esto, he decidido que si alguien fue el culpable, fuiste tú y tu incapacidad para decir las cosas por su nombre. Tu silencio fue una constante casi desde el principio. Nunca llegué a ver más de ti que eso. Creo que estaba siempre a la espera de ese momento en el que finalmente te quitarías la máscara y me revelarías a tu verdadero yo. Imaginaba que ese sería el momento en el que nos daríamos cuenta de que éramos el uno para el otro porque yo sería la única capaz de comprenderte y ayudarte. Resultó que al final, solo fui una ilusa y una ingenua.

Finalmente, decidí dejar ir tu recuerdo. Tu presencia ya no formaba parte de mi vida cotidiana. Creo que he comprendido que me merecía otro tipo de felicidad, que el amor no es, ni nunca podrá ser, una emoción pasiva ni unilateral.

Sé que a quien escribo esto, nunca lo leerá. O quizás sí, ya no puedo asegurar nada. Independientemente de lo que suceda, ya no me importa.

lunes, 3 de agosto de 2015

Hasta que se perdió la esperanza

Es curioso, porque para mí,
nuestra historia fue algo similar
a lo que pasa con la humanidad.
Que se confía en ella (en ti)
hasta que te salen tantas heridas
y el dolor es tan inevitable,
que la esperanza se pierde.