Seis meses. Hace seis meses que acabamos y cuatro en los que no me importa una mierda tu vida. Al menos eso me digo en los textos que escribo en los cuales tú eres un hijo de puta.
Pero vamos, tú y yo sabemos
que eso no es verdad.
que eso no es verdad.
Escribí una vez que te perdí simplemente por el morbo de buscar a algo o a alguien. Mierdas. Solo escribí mierdas. Te perdí por gilipollas.
Te eché de menos, lo juro, y echar de menos es la enfermedad del cobarde. Me encerré en mi jaula, pero seis meses han sido suficientes para limpiar mis rejas con 'Olvídalo' (un producto a base de gotas de tiempo mezcladas con lo último en ignorancia que limpia la mierda que dejan las huellas).
Hasta hace poco, que volví a saber de ti. No hubo terremoto, ni nudo en la garganta, ni corazón con complejo de bomba atómica. No hubo na-da. En otros tiempos me hubiera tirado a tus pies y te habría besado las rodillas. Pero ahora no. Ahora tan solo te habría echado el polvo de tu vida y me habría ido sin despedirme.
Como hiciste tú.