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domingo, 20 de septiembre de 2015

El fin también es el principio

Seis meses. Hace seis meses que acabamos y cuatro en los que no me importa una mierda tu vida. Al menos eso me digo en los textos que escribo en los cuales tú eres un hijo de puta. 

Pero vamos, tú y yo sabemos
que eso no es verdad.

Escribí una vez que te perdí simplemente por el morbo de buscar a algo o a alguien. Mierdas. Solo escribí mierdas. Te perdí por gilipollas.
Te eché de menos, lo juro, y echar de menos es la enfermedad del cobarde. Me encerré en mi jaula, pero seis meses han sido suficientes para limpiar mis rejas con 'Olvídalo' (un producto a base de gotas de tiempo mezcladas con lo último en ignorancia que limpia la mierda que dejan las huellas).
Hasta hace poco, que volví a saber de ti. No hubo terremoto, ni nudo en la garganta, ni corazón con complejo de bomba atómica. No hubo na-da. En otros tiempos me hubiera tirado a tus pies y te habría besado las rodillas. Pero ahora no. Ahora tan solo te habría echado el polvo de tu vida y me habría ido sin despedirme.
Como hiciste tú.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Hablar en pasado, no del pasado

Ya no sonreía tanto. Solo me quedaba sentada en la cama, esperando, que era como consumirse pero sin echar humo.Y el tiempo pasaba lento. Muy, muy lento. Los días se confundían, a veces un domingo podía durar una semana. Me miraba a los ojos en cada espejo y lo comprendí todo. Que estaba tan sola porque nunca había sabido estar con nadie. Ni siquiera conmigo misma. Rompía las cosas a mi paso. ¿Quién iba a querer estar con una catástrofe?
Todo se iba acumulando dentro, como cuando barres el polvo debajo de la alfombra. Nadie ve la suciedad que esconde lo que callas. Nadie. Como si fuese un carnaval y todos llevasen una máscara. No es que las apariencias engañen, es que no quieres saber nada de lo que es cierto.
Dolía. Era eso, que no me atrevía a luchar contra los monstruos. Cerraba los ojos y sentía la velocidad con la que lo iba perdiendo todo, mientras huía hacia no sabía dónde. Quizás a ningún sitio. Se puede escapar alejando lo demás de ti.

Aprendí a esconderme de mí misma,
pero siempre me encontraba.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Qué raros somos

Nos enamoramos y hacemos ver que nos da igual. Vayamos poquito a poco, no te vaya a soltar un "te quiero" demasiado pronto, no nos vayamos a precipitar. Como si esto que te sale del corazón fuese agua del grifo. Ahora lo caliento, ahora lo enfrío. Ahora le doy a chorro, ahora gotita a gotita. Y el día menos pensado se te olvida quitar la llave de paso y te encuentras flotando empapado en medio de tu propia soledad. Uno no elige cuándo ni de quién se enamora, como tampoco se puede elegir la velocidad. Pero pienso que las personas se han acostumbrado a maquillarse los sentimientos, porque tienen miedo de que alguien llegue y les hagan daño. Y es que no hay nada peor que alguien te rompa lo más bonito que tienes, es decir, las razones de sonreír, los sueños, las esperanzas. Que te quite las ganas. Así que nos vestimos con un poquito de orgullo, y lo miramos todo desde la distancia. Tanteando el precipicio antes de saltar, porque si vamos a morir, queremos morir por alguien que sepa llorarnos.