Tanto tiempo queriendo olvidar, pensando que era lo que
necesitaba, y ahora me doy cuenta de que, en realidad, lo único que necesitaba
era acordarme de alguien que no me hiciese daño recordar. Y ahora no hay suficientes ojos bonitos en el mundo para olvidar
que, los tuyos, tus ojos, son los únicos que han sabido quedarse en mis
cicatrices el tiempo suficiente como para ver más allá de lo que yo nunca supe
enseñarle a nadie. No llamaste a la puerta, entraste directamente y te sentaste
a mi lado. Me salvaste más de lo que nadie, jamás, me había salvado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario