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martes, 9 de junio de 2015

Un día lo sabes. Se acabó

Me obsesioné hasta el fondo, hasta que dolió y empujé más fuerte. Obsesión, desequilibrio, y algo de cobardía.
Tenía la mirada perdida, y ese misterio que atraía. Como si un pasado tapizado en gris envolviera todo su presente y ni siquiera le hiciese ilusión tener el poder de cambiarlo.
Acerté con él, estaba tan perdido de misterio que enloquecí por querer descubrir el origen de su universo. Lo conseguí, a él y a su mundo. A una habitación pequeña que era testigo del amor que hacíamos y deshacíamos entre sábanas. Su ventana siempre estaba abierta. Entraba el sol por la persiana que nunca sabía cerrar.
Me asomaba a la ventana y miraba el paisaje, y me quedaba así, con él a mi lado.
Y de repente un día lo sabes. Tienes que marcharte. ¿Qué pasó? Nada. Se acabó como las cosas que terminan por creer en ellas más tiempo del que duran.

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