-Dame un cigarrillo.
Él negó con la cabeza y cruzó los brazos. Era una pose más de su nuevo repertorio: espalda contra la pared, brazos cruzados, y cigarrillo colgando de la comisura de la boca.
-¿Por qué no?
-Es malo para ti - dijo él.
-¿Y para ti no?
-Lo hago por las chicas.
-¿Qué chicas?
Él sonrió con aires de suficiencia.
-Les parece atractivo.
-Pues no lo es.
-¿No resulto atractivo?
-Pareces un imbécil.
-Me ofendes - dijo él.
-¿Y qué chicas son esas?
-Estás celosa.
-Solo siento una curiosidad indiferente.
-Eso es una contradicción - dio una calada al cigarrillo y entornó los ojos al soltar el humo. Entonces observó que ella llevaba el pelo más largo - Te queda bien - comentó.
-Has cambiado de tema - apuntó ella, esperando no haberse sonrojado.
-¿Qué tema?
-El de las chicas con cabeza de chorlito que te consideran atractivo.
-Tú ya lo sabes.
-¿Qué es lo que sé?
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