Esta es la historia que cuenta que te fuiste un lunes 9 por la noche. Tuvimos una despedida triste, el viento de mi barrio puso el broche. Fue triste, como hacer un testamento. Tan triste como un pez en un lavabo. Tan rápida como el resentimiento que sienten sus pulmones: quien se siente abandonado.
Así acabó, punto y final de aquella historia indescriptible. La triste historia de tu cuerpo sobre el mío. 556 noches que podrían resumirse en dos corazones arrojándose al vacío. Viviendo tan deprisa no pudimos darnos cuenta de que un corazón que corre desfallece en un latido. Y a veces pone demasiadas trampas la cabeza, y aquel que sólo busca intensidad está perdido. Perdido porque la pasión se acaba y no hay vacuna, perdido por dejar mi cuerpo atado a tu cintura.
Y ahora tendré que inventarme otro camino, tirar algunos miedos al lavabo. Romper los límites en que creímos porque nos limitaban demasiado.
Estuve tanto tiempo en el invierno, estuve tanto tiempo confundido, que tuve que esconderme en un cuaderno, lanzándote letras a la cara, pero vino el porvenir y recogió mi corazón de la basura. Cuando dejé de hacer preguntas a las fotos llegó el perdón. ¿Por qué buscar culpables a estas alturas? Si odiar no arregla un corazón que ya está roto.
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