Páginas

lunes, 30 de septiembre de 2013

Te quiero

A veces el mundo no es más grande que el cuerpo de la persona a la que amas. Y cuando tú me dices “ven” parece que todo lo demás se vaya, y cuando me miras parece que no existan más que tus ojos. Entonces sonríes y no sé, es como un atardecer dentro de casa. Nos quedamos así, todo el tiempo del mundo, que a veces no son más que varios segundos, y yo dudo entre besarte o quedarme quieta, temiendo que si me muevo pueda romper la magia. Y entonces tú eres más que yo, y yo soy más que tú, ya sabes. Y todo esto sin despegar los pies del suelo, y es maravilloso que la realidad le haya ganado la partida a los sueños, ganamos los dos, entonces.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Me cambiaste, para bien o para mal

Pensábamos que podíamos llegar juntos a la cima. Ahora sé que estábamos atrapados, siempre fuiste el primero. Aquello era inútil porque estábamos ciegos, estábamos como "Oh, nunca dejaré que te marches" Pero ahora lo sé, aquel amor nos hizo así, no podíamos ver nada más. Hicimos que todo pareciese perfecto cuando en realidad no lo era.
Pero ahora estoy bien, el tiempo ha puesto todo en su lugar. Dicen que cada lágrima tiene sus propias razones, y cada sonrisa su propia estación. Yo, por fin, conseguí cambiar de estación.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Una historia simple

Nunca le dije "vuelve", aunque quería que se quedase conmigo. Y los días llovieron y me terminé olvidando de aquello. El tiempo pasó, y creo que tienen razón cuando dicen que lo cura todo. Pero, en el fondo, seguía teniendo la sensación de que no había curado una puta mierda, porque seguía teniendo esa necesidad, tan animal, de que alguien quisiera quedarse, para siempre, conmigo. O a mi lado, para morir o para matar: para enamorarse. Qué sabía yo. Podemos escapar, chicos, pero no para siempre, y eso ya deberíais saberlo. Que podemos huir, pero no lo suficientemente lejos. Al final volvemos, o nos encuentra de nuevo. La vida, digo. Y cerrar los ojos sirve, pero ¿hasta cuándo? Y se me estaban agotando, ya no sabía si las esperanzas o las salidas de emergencia, o quizás ambas. Y cada vez me quedaba más quieta cuando intentaba, o al menos quería, cambiar las cosas.
Y eso, que me quedaba dormida noche tras noche al lado del teléfono, por si llamabas o por si tenía la, ya innecesaria, necesidad de decirte que tú has sido la última persona que me ha roto sin que eso me importase. La última persona que lo jodía todo mientras conseguía hacerme sonreír. La última persona tóxica de mi vida, vamos.


Y después, alguien llegó y me enseñó que enamorarse no es una forma de morir. Es una forma de vivir.

No hay palabras para describirte, esto solo es una pequeña parte

Él es como un atardecer en otoño, con una suave brisa, y con esa luz…esa luz que parece que dure años. Esa luz que parece magia. Estás feliz, y no sabes muy bien por qué, pero tampoco te importa. Eres feliz. Y estás ahí, quieta, y no desearías estar en cualquier otra parte. El tiempo parece que se detiene. El mundo parece que desaparezca. Y tú, ya no eres tú, formas parte de ese instante. Eres ese instante, y te es imposible dejar de sonreír como una tonta, porque sientes que no necesitas nada más, que podrías vivir de ese aire. Te sientes tan libre que incluso podrías llorar. No importa nada. Nada. No existe el dolor o la tristeza. No sabes qué es eso, lo has olvidado completamente. Sólo sientes gratitud. Apenas parpadeas. Todo es tan bonito. Tan…de otro mundo. Pero sigue siendo el mismo mundo. Y eso es lo más maravilloso.

viernes, 13 de septiembre de 2013

No supimos hacerlo mejor, supongo

"Ya sabes que no nos culpo, ni a ti ni a mí, simplemente fuimos una desviación en la autopista de la vida. No hay más. Y no habrá menos. Sonríe, esta es la última fotografía que nos hacemos"

No era amor, era demasiada soledad acumulada. Demasiadas noches, ya perdí la cuenta, en la que las horas pasaban demasiado lentas y tenía la sensación de que moría muy deprisa. No era amor, era que habíamos visto demasiadas películas románticas de esas en las que todo, al final, le sale bien al protagonista. Pero las cosas no fueron así, aunque hubiese sido bonito. No era amor, era cualquier cosa menos eso, porque el tiempo nos curó de aquello. Sí, nos curó, porque dolía, como una mala postura, pero a la hora de vivir. Nos curó de la obsesión que teníamos de abducirnos, como si quisiéramos que el otro fuese más nosotros mismos que nosotros. Como si tú quisieras que yo fuese más tú que tú mismo, y como si yo quisiera que tú fueses más yo que yo misma. No sé si me explico. Era una obsesión dañina, que lo jodía todo, como si hubiésemos rociado con ácido los esquemas de nuestra vida. No sé cómo pensábamos sobrevivir a eso. Quizás no lo pensábamos, a lo mejor no tuvimos tiempo de hacerlo, porque fue vernos y dictar nuestra propia sentencia. Nos condenábamos a no sé cuántos días de tortura mutuas, hasta que el cuerpo resistiese, lo malo es que nuestro orgullo nos llevó a resistir demasiado. Y ya estábamos muertos cuando nos despedimos. Tan muertos que ya no parecíamos nosotros. Tan muertos que cuando me iba aún pensé en decirte que te quedaras, pero luego me miraba las heridas, y las palabras se me quedaron en la garganta. He de decir que lloraba por las noches, ya no sé si de dolor o porque te echaba de menos. Quizás por ambas, porque cuanto más me alejaba más cicatrizaban mis heridas y, no obstante, más sangraba esa necesidad de siempre. La de no estar tan sola, digo. La de no estar sola conmigo, porque yo también sé arañarme por las noches. Y qué putada, tal vez sí era amor.

jueves, 5 de septiembre de 2013

"Me gustan mis elecciones"

En realidad lamento ser tan difícil. Esa es la única palabra que encuentro para definirme. Difícil en cuanto a mi forma de ser, mi manera de pensar. Soy difícil de tratar, de querer, de soportar. No sé qué esperas de mí, y no sé si soy capaz de dártelo. Tengo miedo de que te canses de mí y te alejes como todos los demás. No tienes ni idea de cómo me destrozaría. Llegaste, y en tan poco tiempo te convertiste en alguien tan importante que eso es lo que más miedo me da. Perderte. Es mi mayor miedo.